viernes, 29 de enero de 2010

te espere mientras dormia
para que el tiempo no me encontrara dormida,
me congele frente al espejo para que siempre me veas igual
y hoy por fin despues de tantos años
llegaste.
Hay lugares en los que uno jamás estuvo ni estará, lugares que son como sets de decoración de películas sin título ni registro alguno. Lugares donde siempre es nunca y nunca es siempre, con cuadros y tapices invocando la sal de la eternidad.




Hay lugares así en los que nadie jamás estuvo, o tal vez sí, entre dentaduras que murmuran plegarias y uñas sin cortar e intrumentos que miden la presión atmosférica en sótanos y ciudades que algún arquitecto chiflado diseñó en su sala de estar.



Anoche soñé que recorría una casa hundida en el fondo del mar. No había en ella ni caballitos de mar ni algas marinas, tan solo un silencio familiar. Y mientras nadaba sin tiempo recorriendo aquel extraño y confortable espacio, me preguntaba porqué las paredes y las puertas y ventanas nunca terminaban de acomodarse.